martes, 5 de octubre de 2010

CLASES SOCIALES Y CONSUMO

Desde los inicios de la sociología del consumo, no han sido pocos los autores que han tratado de vincular el fenómeno del consumo con los aspectos relevantes de la estructura social. Así, Veblen (1944) fue el primero en introducir analíticamente este aspecto, pero con anterioridad a él se habían realizado diversos estudios o investigaciones que establecían paralelismos entre las diferentes formas de consumir y los indicadores referentes a las clases sociales (frecuentemente basados en la ocupación). Autores como Le Play en 1829 o Engel en 1857, evidenciaron empíricamente la relación existente entre la distribución del gasto familiar y las diferentes categorías ocupacionales. En esta misma línea y, posteriormente, Halbwachs en 1912 realiza un excelente estudio sobre los modos de vida de las clases trabajadoras.
También, desde otras disciplinas que se han dedicado al estudio del consumo, se ha relacionado el consumo con la estructura social, así por ejemplo los análisis económicos se han visto forzados cada vez más a introducir en sus modelos explicativos de la función consumo, aspectos referentes a la estructura social y a la posición que los individuos ocupan en el interior de la misma. Duesenberry (1967) fue quien realmente introdujo en los modelos económicos de la función consumo la estructura social y la posición del consumidor en la misma. El consumo se convierte así en una función de la posición del sujeto en la distribución de la riqueza en la sociedad (Ragone 1968).
En los países occidentales después de la Segunda Guerra Mundial se produjo un aumento de los niveles de vida, que junto con la instauración del estado de bienestar y el desarrollo del mal denominado consumo de masas comienzan a adquirir importancia las cuestiones relacionadas con el consumo. Cada vez más, el consumo adquiere especial importancia entre las preocupaciones cotidianas de los individuos y de las familias. Todo ello se ve favorecido por dos factores relevantes: Por un lado el trabajo en la esfera productiva ocupa menos horas en la vida de los individuos, lo que en teoría hace que se disponga de más tiempo para el consumo[13] y por otro se asiste a un cambio en las formas de producción en las que, ahora más que nunca, producción y consumo aparecen fuertemente vinculados. Hasta tal punto es así que, como algunos autores han señalado, se ha pasado de un capitalismo de producción a un capitalismo de consumo (Ibáñez 1979). Pero cabe señalar que, así como los estudios referidos a la producción han sido no sólo abundantes, sino de gran riqueza teórica, no se puede decir lo mismo del consumo. La esfera del consumo se encuentra conceptualmente subdesarrollada. Lamentablemente los argumentos concernientes al consumo han solido reflejar la confusión que cada vez más ha caracterizado los debates sobre el análisis de clase y la estratificación.